El sistema colonial de distribución del agua potable en Querétaro, fundamentalmente constituido por el Acueducto y por una red de distribución basado en alcantarillas y tubería de barro cocido, subsistía a fines del siglo XIX, en las mismas condiciones en que había sido instalado siglo y medio antes por el Marqués de la Villa del Villar del Águila.
El Gobernador del Estado, en aquél entonces, Ing. Francisco González de Cosío, a partir del año de 1894 y durante más de quince años, se preocupó constantemente por mejorar el volumen de agua potable que ya escaseaba en la ciudad de Querétaro, así como su pureza; la cañería de barro que antes llevaba el agua a las fuentes públicas, estaba en muy malas condiciones debido a los muchos años que tenía de estar en uso y al cambiarse por la tubería de fierro se evitarían las filtraciones y se mejoraría la salubridad de la población.
Fueron instalados 3,528 metros de tubería de fierro de diversos diámetros, para conducir el agua potable a las fuentes públicas y a los «surtidores» y «repartidores» instalados en diversos rumbos de la población.
En el año de 1899 se colocó en la alberca una compuerta traída de los Estados Unidos, de sistema Ludlow, facilitándose así la manera de limpiar con más frecuencia y mayor brevedad ese depósito de agua potable y en el mismo año, se instaló en la alberca una bomba para extraer mayor cantidad de agua.
En la alberca de La Cañada, cuando se vaciaba y se dejaba salir el agua a nivel del fondo de ese receptáculo, el agua de los manantiales encerrados en la misma era de 70 litros por segundo, es decir, cantidad doble de la que salía por los manantiales cuando la alberca estaba llena y se desaguaba por su parte superior; con el objeto de duplicar la cantidad de agua potable que recibía la ciudad de Querétaro, se pensó en bajar el tubo del Acueducto, para que en todo el año saliera a nivel del fondo de la alberca, con el consiguiente aumento de su caudal.
En el año de 1903 se procedió a construir el nuevo acueducto que representó una considerable inversión, construido en su mayor parte de tubo de fierro, desde la alberca hasta entroncar con el antiguo Hércules, constituyó una gran mejora proporcionando a la ciudad de Querétaro el doble del volumen de agua potable de la que recibía con anterioridad.